En los últimos meses, titulares en medios internacionales han dejado en evidencia una realidad preocupante: las solicitudes de asilo de latinoamericanos en Estados Unidos y Europa se han disparado. Según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), más de 7,3 millones de personas de América Latina y el Caribe han abandonado sus países en busca de protección internacional, siendo los venezolanos y colombianos los grupos más numerosos. Solo en 2024, más de 200.000 colombianos presentaron peticiones de asilo en distintos países, según cifras de Naciones Unidas, convirtiéndose en un récord histórico.
A nivel regional, el panorama no es menos dramático. México registró más de 140.000 solicitudes de asilo en 2023, la mayoría de ciudadanos de Haití, Honduras, El Salvador y Cuba, de acuerdo con la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (COMAR). En EE. UU., el Department of Homeland Security reportó que durante el año fiscal 2024 se presentaron más de 1 millón de solicitudes de asilo afirmativo y defensivo combinadas, siendo los nacionales de Venezuela, Guatemala, Colombia, Honduras y Nicaragua quienes encabezan la lista.
Pero, ¿qué significa realmente pedir asilo y por qué no es una salida para todos?
El asilo es una figura migratoria seria y altamente regulada, destinada a personas que puedan demostrar un temor fundado de persecución en su país de origen por motivos de raza, religión, nacionalidad, pertenencia a un grupo social en particular o por opiniones políticas. No se trata de una alternativa económica ni de una vía “más rápida” para obtener estatus legal. Mentir en una solicitud de asilo, inventar persecuciones o presentar testimonios falsos no solo constituye fraude migratorio, sino que puede derivar en la expulsión inmediata, la prohibición de volver a solicitar beneficios migratorios e incluso sanciones penales.
Diversos reportajes recientes —como los publicados por Infobae y Cambio Colombia— han mostrado cómo cientos de miles de colombianos afirman haber sido perseguidos para intentar encajar en esta figura, pese a que muchos de esos casos no cumplen con los estándares internacionales ni con los requisitos de la ley de inmigración de EE. UU. El problema va más allá: hay oficinas y supuestos “asesores migratorios” que promueven falsas expectativas, vendiendo el asilo como un “atajo” al sueño americano.
En LOIGICA no nos dedicamos de manera principal a procesos de asilo, pero consideramos nuestra responsabilidad advertir: ninguna persona debería arriesgar su futuro con mentiras o asesorías improvisadas. Cada figura migratoria en EE. UU. —desde la visa EB-5 para inversionistas, la EB-1 para talentos excepcionales, o la H-1B para profesionales— exige conocimiento especializado, estructura legal y un análisis profundo de cada caso.
El mensaje es claro: el asilo puede salvar vidas, pero no es una salida universal. Convertirlo en un recurso mal usado solo debilita el sistema y pone en riesgo a quienes realmente necesitan protección.
Desde LOIGICA reiteramos nuestra misión: ofrecer orientación migratoria y corporativa seria, estratégica y ajustada a la ley. Porque en temas migratorios, como en la vida, no hay que dejarse engañar. Las decisiones apresuradas y las promesas fáciles casi siempre terminan en frustración. Con el acompañamiento adecuado, sí es posible diseñar un futuro en Estados Unidos, pero sobre bases sólidas y con plena transparencia.
Si tienes dudas sobre cuál es la figura legal más adecuada para tu proyecto, contáctanos en www.loigica.com.
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